Ya, ya, ¡Ya sé lo que pensáis! Esta
historia no es una historia de un gatito muy mono, bla, bla, bla. Es una
historia de una gata, y su dueña con miles de aventuras y sí, la gata es muy
mona.
Yo soy una persona normal y
corriente, con un trabajo también, normal y corriente, estudio arqueología y mi
nombre es, Katy Jackson y claro tengo
una gata, se llama Dibels, es magnífica, pero basta de charlas que empieza la
historia… ¡YA!
Aquel día, en Boston, volvía de una excavación
arqueológica en Dallas, donde encontramos una antigua estatua egipcia llevada
desde el Cairo. Mi gata estaba tumbada en el sofá encima de una almohada, yo
acababa de llegar del laaargo viaje en autobús. Tuve que dejar a Dibels sola
durante mi viaje, pero le deje una buena manta y la comida y bebida necesaria
para los días. Cuando entré por la puerta, me miró con sus grandes ojos ámbar,
y empezó a lamerse la peluda piel blanca, con geométricas manchas grises. Yo
caí al sofá agotada… Dibels se acercó y me lamió la cara suavemente, yo la
abracé y me fui a la cama. Alrededor de media noche, unos pasos sigilosos
sonaban en el comedor, yo simulé que no los oía y continué durmiendo, pero
entonces se oyó un bufido y el sonido de la puerta cerrarse: ¡Pum!
Fui corriendo al comedor y mi gata no estaba.
Salí corriendo a la calle y vi un Toyota negro salir, yo no sabía
que hacer, no podía llamar a la policía, no se interesa por el caso “Gato
robado”, así que tiré una piedra al coche, ya sé que suena ridículo pero estaba
tan furiosa que no lo pude retener, yo quiero a mí gata tanto como si fuese mi
hija. El resto de la noche no dormí. Al día siguiente fui al instituto de
bachillerato a ver a un amigo, necesitaba ayuda así que era la única persona
que me pudiese echar una mano. Era mi antiguo profesor de arqueología. Entré y
pregunté a la directora:
-¿Está el profesor Robinson?
-Sí, señorita Jackson- dijo la directora –En su despacho-
Salí corriendo hacia el despacho del profesor Robinson, hasta que
llegué a una puerta con un nombre escrito: “Prof. Robinson”. Toqué a la puerta
y entré, el profesor Robinson se giró, el era algo mayor, calvo, tenía un
bigote de color blanco y estaba rellenito.
-¡Katy! Cuanto tiempo- dijo el profesor
-Señor, tiene que ayudarme
El
profesor puso los ojos como platos.
-¿Qué
pasa querida?
-Han
secuestrado a mi gata
-¡Qué!
Dios mío- dijo el profesor –En que puedo ayudarte
Le
enseñe una foto de ella, en la foto salía tumbada mirando hacía la cámara.
El
profesor se puso sus gafas de vista y miró la foto, al momento puso los ojos en
blanco, yo no entendía porque pero parecía asustado.
-Que…
¡Qué pasa profesor!-grité
-Por
toda la muralla china… ¡Es una descendiente!
Me
quedé patidifusa.
-¿Una
qué?
-¡Es
una descendiente de los gatos del antiguo Egipto!
Yo
seguía sin comprender ni una sola palabra
-¿Qué mi gata es que? Pregunté
-Katy,
esto es algo muy importante
-Eeeeeeeeeeee
¿Por qué?
En
serio, parecía que hablaba en otro idioma.
-Katy-
dijo el profesor –Tu gata es un mapa-
-Profesor,
especifica.- dije yo
-Vaaaaale:
Hace
siglos, en el antiguo Egipto, el gato aún era un ser desconocido, hasta que, un
día, los ratones, ratas y saltamontes (Sí, los saltamontes pueden ser
peligrosos) atacaron a los egipcios, comiéndose su comida o destrozando su
cosecha. El faraón asustado pidió ayuda a Ra, (dios solar) para que ahuyentara
a los feroces animales, Ra creó un nuevo y único animal: El gato. Así el gato
defendió a los egipcios y se comió a los terribles animales. A partir de ese
momento, se creó la diosa de los gatos, Bast, y el gato era un animal
obligatorio en todas las familias, para que los protegiera de los males. Hasta
que un terrible día, Egipto entró en guerra y mataron a la
mayoría
de gatos, los egipcios construyeron una tumba secreta para los gatos que habían
muerto y llenaron la tumba en oro, también Bast, les concedió un collar que
contenía todo el poder de los gatos y enterraron el collar con los gatos
fallecidos, a partir de ese momento nadie supo más de ese lugar. Y se
transmitió como leyenda de generación en generación.-Terminó el profesor
-Profesor, ¿Eso que tiene que ver con mi gata?
-¡Ahora
voy a esa parte! gritó
-Los
gatos que sobrevivieron fueron mandados a otros lugares del mundo, y cada uno
de esos gatos y sus descendientes, en su piel, los dioses marcaron el mapa de
la tumba. ¡Así se conserva el mapa!- ahora estoy segura de que si terminó el
profesor.
-¿Quiere
decir que mi gata es un descendiente?
-¡Sí!
Y no se ha encontrado uno en décadas- dijo el profesor
-¿¡Y
cómo sabían que mi gata era una descendiente!?
-¿Cuelgas
fotos suyas en Internet?
-Síííí…
-Pues
eso es más que suficiente para que la encuentren, y vean el mapa de su piel.
-¿Y
cómo narices la encontraré?
-Lo
descubrirás en Egipto- dijo el profesor
-¿Egipto?-
Dije yo
-¡¡Claro!!-
dijo el profesor -¿Dónde si no?
-Pero
yo como narices voy a saber en que parte de Egipto
-Tú
tranquila- dijo con satisfacción –Aterriza en El Cairo yo le diré a un amigo
que te recoja
-¿Un
amigo?
-Sí,
no te asustes es manso
No
tenía ni idea de que quería decir con manso, pero lo pase por alto.
-Bueno
chica, ¿Lista?
Suspiré.
-Lista
-Bien,
tu vuelo sale a las 19:00 del jueves- dijo el profesor
-¡Señor
hoy es jueves! ¡Y queda media hora para que despegue!
Salí
corriendo del instituto, hacía el aeropuerto de Boston, menos mal, que siempre
llevo en el coche una maleta de repuesto.
Cuando
llegué miré el reloj del aeropuerto, y apuntaba a las ¡19:55! Me quedaban solo
5 minutos para despegar, salí corriendo y llegué justo a tiempo al vuelo:
Boston-El Cairo.
Después
de 4 horas en avión, llegué a El Cairo.
Cuando
salí del avión, empecé a buscar al amigo del profesor, no vi a nadie que pudiera ser el, vale, no es
que pida una limusina con un cartel que ponga “Katy Jackson” Pero una persona
con un cartel o más información dada, estaría mejor.
Como
no lo veía fui hacía la primera dirección que se me ocurrió, yo no conocía El
Cairo así que, no sabía hacía donde iba, al cabo del tiempo me quedé en medio
del desierto, sin comida, sola una pequeña botella de agua que, estaba vacía.
El
profesor me podría haber indicado mejor, por lo menos haberme dado un mapa.
Empecé
a pensar que estaba acabada, pero, oí una voz detrás de mi decir: “Hola”
Me
di la vuelta y vi un zorro del desierto mirarme petrificado.
-¿Hola?-
dije yo
-¿Lo
preguntas o lo afirmas?- dijo una voz respingona
-¿Me
has hablado tú?- le pregunte al zorro
-¿Quién
si no?
-¡Eres
un zorro que habla!
Toqué al zorro para ver si era real y no era un espejismo
-¿Qué haces? Dijo el zorro –Me parece que eso es de mala educación
¿Sabes?
-¿Ha-a-hablas? Dije yo
-Sí, y también se decir palabrotas- dijo el zorro -Te estaba
buscando, lo siento por no presentarme en el aeropuerto, odio los turistas.
-¿Eres el amigo de el profesor Robinson? ¿No?- dije yo
-Sí, me mando buscarte
-¿Te ha llamado por teléfono?
-No, por radio no puedo utilizar teléfonos
-En cambio, radios sí- dije yo
-Sip- dijo el zorro
Puf, este día cada vez se vuelve más raro
-Te llamabas Katy ¿no?- dijo el zorro
-Eeeee ¿S…
No me dejo terminar la frase
-¡Claro que te llamas Katy! Yo soy Arenas
-Encantada Arenas, no creía que el profesor se refería a un zorro
-Pues, lo siento soy un zorro- dijo Arenas – ¿Quieres que te lleve
a un hotel o vas a pasarte toda la noche hablando?
-Vale…- dije yo -¿Cómo sabías que era yo?
-No te han dicho que eres un poco insoportable- dijo Arenas
-Vale, me calló-
Llegamos a un Oasis que había en medio del desierto y nos paramos
junto a un Hotel que se llamaba “Hotel las pirámides” y debajo había un eslogan
“Si no has visto las pirámides prueba nuestras camas… ¡En forma de
pirámide!”.
-Puf…- suspiré yo
-Tranquila encontraremos a tu gata- dijo Arenas
-¿Lo sabes?
-¡Pues claro! Es lo de la leyenda bla, bla, bla y tu gata es un
descendiente y tienes que bla, bla, bla y todo ese rollo.
-Ya…
-Bueno esta noche dormiremos aquí- dijo Arenas
-¿Y tú como vas a entrar?- pregunté
-No es muy lujoso pero… No había pensado como voy a entrar
-Tengo
una idea- dije yo
-¿Una
idea?- dijo Arenas
-Sí,
vas a hacerte pasar por… ¡Mi mascota!
-¡¡EH!!!
No, no, no…
-¡Venga
que solo es un momento! Exclamé yo
-¡Cómo
lo voy a hacer!
Urge
en mi maleta, y saqué… ¡Un disfraz de conejito!
-Aggg…
¿Por qué llevas eso?- dijo Arenas
-La
verdad, no tengo ni idea, pero te lo vas a poner- dije yo
-Vaaaale…
Pero si me dejas dormir en la cama-
-Trato
hecho
Le
puse el disfraz de conejito, estaba ¡Muy mono! Je, je.
Y
le enganché una correa, después entramos.
No
era muy lujoso, pero se veía acogedor, el marco de las ventanas eran de color
marrón, y las paredes de color amarillo, tenían varias lámparas colgando del
techo y un mostrador barnizado.
Toqué
a la campanita.
-¡Tiiiiin!
Apareció
un joven árabe vestido con las típicas ropas egipcias, pantalones de lino,
camiseta de lino…
-Que
desean- dijo con un acento árabe
-Una
habitación para uno, ¡Ah! Este es mi conejo, así que, deseo un lugar para
él.-dije yo
-Le
llevaremos una jaula- dijo el encargado –Aquí tiene la llave de la habitación
33, Gracias.
Subimos
las escaleras hasta la habitación 33, cuando abrimos la puerta, Arenas dijo:
-Con
que una jaula, eeh
-Sí,
para que no sospecharan- dije yo
-Pero
dormiré en la cama, ¿verdad?-
-Sííí…-
asentí yo
La
habitación era muy romántica, con enormes ventanales y mesas de color blanco,
con una alfombra con marcados dorados, y la cama era… Una pirámide, que en sus
huecos había camas, pues vaya, ponen toda la habitación lujosa con una cama de
llevar, de todas maneras era original.
¡Hasta
habían puesto un buffet libre!
Al día siguiente salimos a buscar a mi gata, la
verdad, es que no dormí bien, no solo por que Arenas ronca como un búfalo, si
no, que echaba de menos a mi gata…
Pero ahora estaba en Egipto, buscándola.
-Bueno, ¿Dónde vamos?- dije yo
-En principio, podríamos ir al templo de
Bast.-dijo Arenas
-Puede que le supliquen ayuda los
secuestradores o algo así-
-Vale, vamos- dije yo
Nos dirigimos al templo de la diosa Bast,
tuvimos que utilizar un todo terreno de alquiler para llegar hasta allí. Yo me
había puesto ropa fina, para no pasar calor y una mochila con todo lo necesario,
mientras que Arenas, no llevaba nada puesto, solo su pelo de color anaranjado.
Al fin llegamos al templo, era enorme con
dibujos de gatos por todas partes, además de millones y millones de
jeroglíficos. Entramos al templo, dentro hacía mucho frío, cosa que me
extrañaba al estar en Egipto. Avanzamos hacía una estatua de la diosa Bast,
allí muchos le pedían ayuda, pero no había nadie.
-Aquí no hay nadie, Arenas- dije yo
-Ya, pero ya que estamos podíamos hablar con la
diosa-
-¿Cómo?- pregunté
-Tú cierra los ojos- dijo Arenas confiado
Cerré los ojos y sentí como si mi alma se
separaba de mi cuerpo e iba junto a la diosa. Que estaba sentada lavándose Ella
era muy guapa, con grandes ojos y afiladas garras, su piel era de color negro y
llevaba un mono negro de lino, (no el animal). Me acerqué y vi que la diosa
brillaba, vio que estaba allí y se giró, y dijo con una dulce voz:
-Parece que
esta es Katy, dueña de Dibels
-Sí, soy yo
-Tranquila
tu gata esta bien, pero tendrás que dirigirte hacia el valle de los muertos
para encontrarla
Tenía muchas preguntas pero, abrí los ojos y la
diosa no estaba, solo estaba Arenas mirándome como un léelo.
-Y bien, has estado hablando con la diosa
bastante tiempo
A mí me había parecido solo unos segundos.
-Solo
he estado unos segundos, ni si quiera le he podido preguntar algo- le dije a
Arenas
-Le
estaría pidiendo ayuda alguien- dijo Arenas – Pero que te ha dicho-
-Que
la tenía que buscar cerca del valle de los muertos
-Perfecto,
vamos para allá- dijo Arenas
Salimos
del templo y oímos a gente gritar en árabe:
-Aaaaaaaaaaaaa!
-¡Que
dicen! Dije yo
-Anda
si yo a estos los conozco- dijo Arenas
-¿Sabes
árabe?- pregunté
Asintió.
-Fui
a unas clases, bueno, escuchaba desde fuera, no me dejaban entrar-
-¡Pregúntales
que les pasa!
Arenas
les preguntó que les pasaba en árabe, y ellos contestaron chillando como unos
locos.
-Dicen
que han visto a los piratas del desierto en camellos con millones de artículos
para excavar ¡ah! Y una gata de color blanco con manchas grises- dijo Arenas
-¡Es
mi gata! Grité yo -¡Pregúntales hacia donde han ido!-.
Arenas
les preguntó en árabe.
-Dicen
que han ido hacia el valle de los muertos a excavar- dijo Arenas -¡Ah! Y dicen
que si eres mi novia
-¡NO!,
¿¡Cómo voy a ser tu novia?!- contesté
-¡Eh!
No es cosa mía, estos árabes están chalados- dijo Arenas
Después
de eso nos fuimos en todo terreno hacia el valle de los muertos, en el todo
terreno pregunté a Arenas.
-¿Qué
piratas del desierto?
-Unos
sin vergüenzas que van por ahí robando artículos egipcios-
-Que
locos- dije yo
Llegamos
al valle de los muertos, había millones de estatuas y… Arena, mucha arena con
muchas momias.
¿Allí
estaba la bonita tumba, en medio de tooodas esas momias? Lo peor es que no
había rastro de los piratas del desierto… ¡¡¡¡¡Malditas ratas de cloaca!!!!!
¡¡¡No
tienen nada mejor que hacer!!!
-¿Dónde
están los piratas?- pregunté
-¿Me
lo preguntas a mí?- dijo Arenas –Por que no tengo ni la menor idea-
-Vamos,
estarán en alguna de estas tumbas- dije yo
Entramos
en la primera tumba y no había nada, salvo arena, pedruscos, momias viejuchas…
¿He mencionado tierra? Porque de eso había en gran cantidad.
Entramos
en otra, y en otra, y en otra, y en otra, y no había absolutamente nadie.
Llegamos
a una tumba con unos jeroglíficos escritos, no lo entendía muy bien, porque soy
estudiante no profesional en arqueología. Pero Arenas me supo contestar:
-Pone:
Para nuestros fallecidos animales-
-¿También
sabes interpretar jeroglíficos?
-Sí,
¿Qué pasa? Soy un zorro, tengo mucho tiempo- dijo Arenas.
La
verdad podríamos haber empezado por allí peeero ya sabéis muchas tumbas, es
igual a: gastó tiempo.
Entramos
en la tumba, era espeluznante, había sarcófagos para todo tipo de animales,
pero no había gatos.
Que
extraño…
Había
muchos jeroglíficos en las paredes, pero uno era muy extraño.
-¿Qué
pone en este Arenas? Pregunté
-Ah…
Pone: Los gatos sagrados que nos salvaron la vida custodian sobre la tumba de
tierra fina- dijo Arenas
-¿Sobre
la tumba de tierra fina?- pregunté
-Sí,
eso pone- contestó Arenas
Al
momento se oyeron paso en el techo:
Pam,
pam, pam
-¡Claro!
Esta construida sobre esta tumba- dije yo
-Espera…-
dijo Arenas – Hay que comprobarlo- Arenas olisqueo el suelo y tocó la tierra
-¡Sí!
Es esta tumba-
Arenas
empezó a saltar intentando subir.
-No
vas a poder- dije yo –Debe haber unas escaleras-
Pero
Arenas seguía saltando como un loco.
Empecé
a buscar algún pasadizo o escalera cuando, de pronto, toqué la pared y
aparecieron… ¡Unas escaleras!
(Unas
escaleras que estamparon a Arenas contra la pared)
Arenas
se levantó y gritó:
-¡He
encontrado una escalera!
-Shhhhhhhhh-
susurré yo –No nos pueden oír-
Subimos
las escaleras despacio, hasta que, llegamos arriba.
De
verdad era precioso, entre cada sarcófago de oro había numerosas joyas de
lapislázuli, esmeraldas rubíes…
Y
en el centro había una estatua de un gato negro que llevaba un collar con una
esmeralda en forma de gato.
Además,
en el centro también estaban 4 piratas del desierto y, y… ¡Mi gata! ¡Dibels!.
Estaban
intentando sacar el collar de la estatua.
-¿Ahora
que hacemos? Susurró Arenas
Miré
a mí alrededor y vi unas tiras de lino, después miré a Arenas, pareció que lo
comprendió y dijo:
-No…
Otro disfraz, no- susurró
Muy
pronto estaba envuelto en tiras de lino, y de mi mochila saqué pasta de
dientes, que le puse para que pareciera, que tenía la rabia. ¡Parecía una momia
de verdad!
Arenas
se acercó a los bandidos, y gruño:
-Aggghhh-balaalala-ñññññññññ-yooo
muezzztoo-
3
de ellos salieron corriendo y los cogí cuando no miraban, les até las manos y
las piernas, y por si acaso les tapé la boca con pañuelos. Pero aún quedaba
uno, el jefe de la operación.
Arenas
aún hacia el bobo para intentar asustarlo, pero no servía de nada, entonces
tuve… ¡Otra idea! Como me iba con las ideas ¿eeehhh?
Cogí una gorra que tenía en la mochila y
escribí “International Police” También cogí mi secador, (que tenía forma de
pistola) Y me lancé hacia el gritando:
-¡¡Manos
arriba!!
El
pirata salió corriendo, pero cogió el collar, Arenas se quitó los vendajes y
corrió hacia él, yo le seguí.
El
pirata rompió unas piedras y se tiró abajo. Yo no podía saltar así que di la
vuelta, pero Arenas no, se tiró hacia el impostor y le mordió la pierna, el
pirata se cayó, y intentó levantarse, pero yo estaba delante y le apunté con la
pistola (secador) Cogí una cuerda y le até las manos y las piernas.
-¿Cuerdas?
Dijo el impostor -¿Eres poli?
-No,
pero como no me devuelva a mi gata le mato- dije yo
Al
día siguiente, todos los artículos de la tumba se llevaron a un museo, a los
piratas del desierto los llevaron a la cárcel nacional. Echaré de menos a
Arenas pero lo bueno es que le concedieron ser ayudante de arqueólogos por su
trabajo. Pero lo más importante es que recuperé a Dibels y nunca la perderé,
porque el tesoro que encontramos no tenía valor, si no, el amor de estar allí
solo por mi gata. Porque no ahí nada mejor que el AMOR.
FIN